sábado, 22 de junio de 2013


Ilustraciones de William Steig para ¡Escucha, pequeño hombrecito! de Wilhelm Reich (1948)

Eres un "pequeño hombre", un "hombre común"

Solo tú mismo puedes ser tu liberador




Así es cómo robas tu felicidad como un ladrón por la noche
Ruegas por la felicidad de tu vida, pero para ti significa más la seguridad




viernes, 21 de junio de 2013

¿QUIENES SOMOS? ¿QUÉ ES EL CAUM?

CLUB DE AMIGOS DE LA UNESCO DE MADRID

130 personas se dieron cita el 11 de abril de 1961 en el cine del Circulo de Bellas Artes para celebra la asamblea constituyendo del Club de Amigos de la UNESCO de Madrid, que se había legalizado el 15 de marzo. Se cumple, así pues, este año el cincuentenario del que sin duda fue uno de los centros de resistencia cultural antifranquista más importantes de España. 50 años en los que no ha dejado de ser, durante la dictadura y tras su fin, una asociación dedicada a promover la cultura popular, la educación y el pensamiento crítico, y a la defensa de las libertades, la justicia y la paz. Todo ello, sobre todo durante los años de la dictadura, a través de la lucha por la aplicación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, principal origen ideológico del Club. Pocas instituciones similares han alcanzado esta longevidad, pese a las muchas dificultades que ha tenido que atravesar en todo éste tiempo.
   En aquella España gris y represora del franquismo, la noticia de que había en Madrid un sitio donde se podía hablar en voz alta de las cosas prohibidas de mentar en la calle se corrió con rapidez en los escasos y minoritarios medios antifranquistas de la ciudad; de las tertulias de los cafés a los cine-clubs, de las fábricas a la universidad, de las cárceles a los intelectuales, las amas de casa o los jóvenes inquietos. Nada menos que un centro que, defendiendo los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y las directrices de la UNESCO (firmadas pero sistemáticamente incumplidas por el régimen), se planteaba la lucha por la libertad, la justicia y la democracia en España a través de las únicas armas de la educación, la ciencia y la cultura.
   Hasta 1963, año en el que empezaron su actividad efectiva, casi se triplicó el número de socios, que superaron los 1.000 en 1964 y siguieron en progresión ascendente en los años siguientes. Había todo tipo de personas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, universitarios y trabajadores, profesores y comerciantes, gente que había salido de la cárcel y otros que entrarían pronto en ellas, intelectuales y empleados. Les unía una insaciable ansia de conocimiento, un profundo sentimiento antifranquista y una íntima necesidad de cambiar el mundo inhabitable en el que vivían. Todos juntos realizaron una labor extraordinaria.
 Gracias a ellos se pudo desarrolla una actividad frenética, con actos, conferencias, cursillos y seminarios sobre los más diversos temas y con los más reconocidos especialistas del momento, películas, teatro, recitales y numerosas actividades culturales, además de publicaciones. En este terreno de la edición, tan sólo en 1967 se publicaron (y se distribuyeron) un total de 71.700 ejemplares de distintas publicaciones, la mayor parte emanadas de organismos como la OIT o la propia UNESCO. Destacan los 38.000 ejemplares que se tiraron de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (documento del que el Club ha llegado a repartir en su historia, y muy especialmente en los años de la dictadura, más de dos millones de ejemplares).
   Como orientación sobre el tipo de actividades que se desarrollaron y los que colaboraron en ellos, decir que en la última semana de octubre y todo noviembre de 1968, meses cogidos a voleo, se realizaron un total de 19 actos. Cuatro estuvieron dedicados a proyectar diapositivas de arte, que fueron comentadas por los críticos Gaya Nuño y Valeriano Bozal, aparte del entonces que presumiblemente estudiante Luis Figuerola Ferreti (que habló, nada menos que sobre “Toulouse Lautrec y su época”). Se celebraron cuatro sesiones del ciclo “El autor de teatro visto por el crítico”, en el que participaron los dramaturgos Martín Iniesta, Carlos Muñiz, Lauro Olmo y Antonio Buero Vallejo, que conversaron con Alfredo Marquerie, Enrique Llovet, Ricardo Domènech y José Monleón. Además hubo una conferencia sobre “Los usos pacíficos del átomo”, cuatro audiciones musicales (sí, escuchando música de un magnetofón), comentadas por músicos y críticos de la talla de Ramón Barce, Federico Sopeña, Luis de Pablo y Rafael Rodríguez Albert), una charla sobre organismos internacionales (que se hacían cada mes), otra sobre “Madrid, como problema”, que dio Luis Carandell, y cuatro reuniones, con proyección de cortometrajes documentales y coloquio, como todos los actos, sobre “La Olimpiada de México”.

Represaliado por la dictadura, fue clausurado en tres ocasiones.

Pese a lo aparentemente inocuo de aquella programación, no es de extrañar, conocidas simplemente las ideas antifranquista de los conferenciantes, que inmediatamente comenzara la represión sobre el Club y sus miembros. En 1966 se les prohibió la edición de cualquier material impreso, dada la cantidad de publicaciones que repartían, siempre centradas en los Derechos Humanos y otras normativas de los organismos internacionales a los que pertenecía España. Prácticamente desde esa época se les impidió sistemáticamente que realizara actos abiertos al público, obligándoles a que fueran “sólo para socios”, sistema que comenzó cuando en 1965 organizaron la primera actuación en Madrid del pionero de la nova canço catalana, Raimon (dos años y medio antes de la famosa de Económicas de mayo de 1968), que fue prohibida en el Teatro de la Zarzuela, donde se había programado originalmente, y hubo de trasladarse al local de Tirso de Molina, en el que se tuvieron que colocar altavoces en los balcones para que lo escuchara desde la calle la gente que no había podido entrar.
   El Club fue precintado en tres ocasiones: En enero de 1969 durante tres meses, como consecuencia de un estado de excepción, siendo detenidos varios de sus directivos; en diciembre de 1971 también durante tres meses, y en enero de 1975 (tras una prohibición previa en diciembre de realizar actividades de ningún tipo), en un cierre que duró nada menos que 22 meses, coincidiendo con la agonía y muerte del dictador y el primer año de la transición. El 26 de enero de 1980 el club sufrió un atentado fascista que hizo estallar una carta bomba que, aparte de los destrozos consiguientes, provocó la ceguera de María Dolores Martínez y la pérdida de una mano de Luis Enrique Esteban, miembros del Comité Ejecutivo.
   Pese a todas las trabas, El Club de Amigos de la Unesco de Madrid fue capaz de desarrollar una importante actividad, convirtiéndose, sin duda en el centro de resistencia cultural al franquismo más importante de España. En su momento fue un centro de encuentro, reunión y reafirmación de los españoles que, desde distintas ideologías y puntos de vistas, encontraron en los ideales de los Derechos Humanos y las disposiciones de los organismos internacionales una manera de lucha contra la dictadura y por la libertad. También fue un punto de confluencia de los intelectuales, artistas, pensadores, pedagogos y científicos críticos del momento con unos ciudadanos, su público objetivo, especialmente trabajadores, profesionales y empleados, ansiosos de cambiar la sociedad en la que vivían a través de la cultura como forma de concienciación política y elaboración de ideas alternativas. No en vano entre sus socios y colaboradores se encuentran los nombres más importantes de la cultura española de todos estos años.
        
Los más descados artistas e intelectuales han colaborado con el CAUM

Sería agotador hacer una lista de todos los que pasaron por el Club, pero baste decir que, aparte de los citados, fueron colaboradores, más o menos asiduos (algunos mucho), entre otros, los novelistas Juan García Hortelano, Antonio Ferres, Armando López Salinas, Ángel María de Lera y Mercedes Soriano; los poetas Gabriel Celaya, José Hierro, Jesús López Pacheco, Luis Felipe Vivanco, José Manuel Caballero Bonald, Carlos Álvarez o Luis Antonio de Villena; los cineastas Juan Antonio Bardem, Carlos Saura, Luis García Berlanga o Basilio Martín Patino; los cantautores Raimon y Paco ibáñez, científicos como el biólogo Faustino Cordón, el sociólogo Eloy Terrón (que luego sería presidente del Colegio de Licenciados de España), o el sexólogo Ángel Sopeña; los economistas Ramón Tamames y Pablo Cantó; y una larga nómina de intelectuales, periodistas, actores y pensadores: Tierno Galván, José Luis López Aranguren, Marcelino Camacho, el Padre Llanos, Fernando Fernán Gómez, Julio Caro Baroja, Pedro Laín Entralgo, Eduardo Haro Tecglen, César Alonso de los Ríos, Francisco Rabal… y así hasta una lista infinita. En una relación claramente incompleta, realizada en 1984, se incluían más de 130 nombres de intelectuales de primera línea colaboradores del Club.
   Acabada la dictadura, el CAUM ha seguido siendo hasta hoy en día un foro democrático de reflexión y debate, un lugar de encuentro y solidaridad, un colaborador eficiente con cuanta lucha por la profundización de la democracia se ha planteado en el Estado, un centro para la elaboración de pensamiento crítico. Y todo ello en medio de un cerco hostil provocado por un sistema que prima la ignorancia sobre el conocimiento y el mercado sobre los ciudadanos y sus derechos.
   Como un ejemplo mínimo de las actividades recientes del Club, basta referirse, por ejemplo, a la campaña de recuperación de la memoria histórica que realizó en 2006 y 2007, continuada en años posteriores. Se celebraron entonces 25 conferencias, seminarios y debates, con la participación de 62 conferenciantes, grabándose todas ellas y quedando a disposición de los socios y quienes las quieran consultar. Igualmente se publicaron 27 “Cuadernos” (Colección de textos sobre diversos temas culturales, educativos y políticos que el club viene editando mensualmente y reparte entre sus socios desde los años 90, de los que en estos momentos hay más de 300 títulos en catálogo).
   En estos últimos años, El CAUM ha sido también sitio de acogida y reunión de cuanto colectivo crítico lo ha solicitado, participante, colaborador y difusor de cuanta causa justa y solidaria se ha defendido en España.
   En la actualidad el Club de Amigos de la Unesco de Madrid sigue trabajando y luchando por la cultura, los derechos humanos, la libertad, el pensamiento crítico, la solidaridad y la justicia desde su sede de Tirso de Molina 8, 1º, preparándose para iniciar los segundos 50 años de su existencia.

CAUM
2011